Una familia adapta así su casa para que su abuela con alzheimer pueda hacer la compra
Hendrika vive en Australia y lleva aislada varias semanas debido al coronavirus, algo que le impide hacer aquello que da sentido a su rutina


Toda la familia ayudó a Hendrika.
© YoutubePara encontrar a la protagonista de esta bonita historia hay que viajar hasta Australia. Allí vive Hendrika van Genderen que, a sus 87 años, sufre alzhéimer y demencia. Razones por las que es complicado sobrellevar el aislamiento al que está sometida junto a su familia por el coronavirus. Sin embargo, su hijo ha encontrado la manera de que le afecte lo menos posible esta limitación de movimientos.
Esta australiana está dentro del grupo de riesgo debido a su edad y a las enfermedades que padece. No puede salir a la calle, algo que tiene especial incidencia en su situación puesto que una de las cosas que sostiene su rutina es ir a hacer la compra a un supermercado local. Alterar los hábitos de una persona con alzhéimer y demencia puede tener consecuencias negativas para ella.
Teniendo en cuenta esto, su hijo Jason decidió reproducir este establecimiento en su casa: “Llevamos cuatro semanas confinados y las costumbres de mi madre se han desbaratado. Intentar comprender lo que pasa le está destrozando y una de las cosas que le ayudan es ir a por aquello que necesita. No podemos llevarla, pero se nos ocurrió abrir un supermercado aquí. Normalmente algunos cuidadores la visitan cada pocos días para ayudarla con las visitas sociales, su cuidado personal… pero debido a la pandemia todos se han quedado aislados en casa para mantenerla a salvo de Covid-19”.

No faltaba nada
Toda la familia se puso manos a la obra para que Hendrika pudiera hacer la compra como si estuviera en su establecimiento de confianza. En el vídeo, Jason muestra la visita de su madre a al supermercado Coles, uno de los más famosos de Australia. Al mismo tiempo, le va presentando al personal: Megan (su mujer) y Evie (la pequeña) aparecen detrás de un mostrador desde donde le facilitan todo lo que necesita. El último en aparecer es Art, otro de sus hijos. Él es el encargado de cobrar a su abuela e, incluso, le da el ticket de la compra antes de que Hendrika, con una enorme sonrisa, les dé las gracias sin parar por el gesto que tuvieron.
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