Jude Sparks estaba de paseo con su familia en Las Cruces, Nuevo México, e iba jugando con sus hermanos más pequeños cuando se encontró de frente con algo extraño. Ocurrió el pasado mes de noviembre.
El pequeño posa con su gran descubrimiento (Peter Houde, investigador de la New Mexico State University)
"Era una forma extraña", decía el pequeño Jude, que ahora tiene 10 años, en una entrevista recogida por The New York Times. "Sabía que no era algo que encuentras normalmente", añadía.
Enseguida llegaron sus padres a aquel lugar. Ninguno sabía de qué se trataba. Hicieron una foto y al regresar a casa comenzaron a buscar posibles parecidos. No encajaba con un elefante por lo que el padre pensó que podría tratarse de otra cosa.
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Se pusieron en contacto con un profesor de biología de la Universidad del Estado de Nuevo México. Peter Houde, que así se llama, reconocía que de vez en cuando le llamaban o le escribían para averiguar los orígenes de diferentes hallazgos. Casi nunca era algo relevante, pero en esta ocasión, sí. El experto no tardó mucho tiempo en descifrar de qué se trataba. Eran restos de un estegomastodón y el pequeño acababa de dar con un colmillo ya fosilizado.
(Peter Houde, investigador de la New Mexico State University)
Al día siguiente el profesor y la familia volvieron al mismo lugar y enterraron completamente lo encontrado. Acordaron que el siguiente paso sería diseñar un plan, formar un equipo y conseguir dinero para poder excavarlo. Algo que, tras obtener los permisos oportunos, se ha hecho hace pocas semanas.
De acuerdo con las indicaciones dadas por Houde la criatura elefantina a la que perteneció el cráneo encontrado vivió hace más de 1,2 millones de años. En algún momento pudo habitar la Tierra e, incluso, pudo haber sido cazado por seres humanos.
El profesor pretende que ahora pueda ser exhibido en la Universidad porque "quienes viven aquí no tienen la oportunidad de ver cosas como ésta a menos que hagan un gran viaje", según decía en declaraciones recogidas por The New York Times.
Houde resalta el hecho que que la familia de Jude contactara con ellos porque de esa manera se ha podido conservar el fósil. Mientras, el pequeño contaba que desde los 5 a los 8 años se había interesado mucho por los dinosaurios y los fósiles. Afirmaba que había aprendido sobre los procesos que hacen que los fósiles se preserven o se fortalezcan. En todo caso, un notable hallazgo el obtenido por Jude¡.