Las dos marcas de refrescos más famosas no siempre fueron rivales (una salvó a la otra)
Una trabajadora de Coca-Cola ofreció al rival la fórmula secreta de la bebida, pero no esperaba una reacción tan íntegra


Cuando tres delincuentes quisieron vender la fórmula secreta de Coca-Cola a Pepsi, ésta avisó a su rival
© GettyImagesAunque pueda parecer que Coca-Cola y Pepsi siempre han protagonizado una encarnizada lucha por el dominio del mercado de los refrescos, lo cierto es que la segunda salvó a la primera. Y lo hizo apelando a sus más férreos principios: cuando le ofrecieron la fórmula secreta, el secreto mejor guardado de su rival, se lo comunicó a las autoridades.
La trama tuvo lugar hace quince años y estuvo protagonizada por una trabajadora de Coca-Cola, Joya Williams, que junto a un par de cómplices (Ibrahim Dimson y Edmund Duhaney) intentó vender información clasificada al rival de la compañía que le pagaba el sueldo. Sin embargo, no tuvo en cuenta la astucia y la ética de Pepsi.

Un proyecto secreto
Joya, Ibrahim y Edmund mandaron una carta supuesta escrita por un directivo de Coca-Cola. Una misiva en la que les explicaban que la empresa estaba desarrollando un proyecto en secreto que culminaría con el lanzamiento de una nueva bebida basada en su famosa fórmula. El falso trabajador les ponía en bandeja toda la información de esta operación a cambio de 1,24 millones.
A pesar de que los componentes que dan forma a la Coca-Cola es uno de los secretos mejor guardados del mundo, Pepsi no cayó en la trampa. Todo lo contrario: avisó a su rival y puso en conocimiento de la policía lo que estaba sucediendo. Así las cosas, un agente del FBI se hizo pasar por el trabajador de Pepsi que contactó con Ibrahim (el supuesto alto cargo) para pedirle más información y una muestra de esa bebida secreta.

Detenidos y condenados
Para obtener estas pruebas acordaron dos pagos: el primero sería de 24.850 euros y el segundo de 37.275 euros. La operación se cerraría cuando llegasen los 1,24 millones por el resto de los detalles. Los delincuentes fueron detenidos después de llevar a cabo el intercambio en el aeropuerto de Atlanta. Joya, acusada de conspirar para robar secretos de fabricación a Coca-Cola y tratar de venderlos a Pepsi, fue condenada a ocho años de cárcel. Ibrahim obtuvo una pena de cinco años más una multa de 33.134 euros y Edmund fue castigado con 24 meses de cárcel.
Coca-Cola dio las gracias a Pepsi por su cooperación y, sobre todo, por su integridad. A partir de entonces, la compañía pidió de forma encarecida a sus empleados un mayor grado de responsabilidad a la hora de proteger los secretos de la marca y estableció sanciones más severas para quienes lo incumplieran.
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