Amalia de Sajonia: lazos de sangre en la Europa de la Unificación
Nunca dejó de cartearse con su gemela, la Reina de Prusia


Su papel como mediadora de una Europa en conflicto constante hizo que mereciera el respeto de la comunidad internacional
© GettyImagesSe convirtió en Reina de Sajonia justo en los días en los que Bismark amenazaba con “hierro y fuego” para conseguir una Alemania Unificada. Hija de Maximiliano I de Baviera y de su segunda esposa, Carolina de Baden, defendió posiciones conservadoras y católicas en un tiempo de tensiones con la Iglesia Protestante.

Sus nexos familiares con casi todas las dinastías de centroeuropa la convirtieron en una pieza de notable influencia en las relaciones diplomáticas de mediados del siglo XIX. Hermana de la Reina de Prusia y tía de la Emperatriz Isabel de Austria-Hungría, Sissi, su papel mediador ante los fuertes nacionalismos, la hicieron merecedora del respeto de la comunidad internacional.
Amalia nació en Munich en 1801. Era la primogénita de Maximiliano de Baviera y de su segunda esposa, Carolina de Baden, quienes se habían convertido en cabeza de dinastía Wittelsbach en unos días en los que sus intereses se movían en sintonía con los de la Francia Napoleónica. La princesa se educó en el ambiente de cultura e ilustración que se respiraba en la Corte de su padre, pero también en una vida palatina llena de niñas: Amalia tenía una hermana gemela, la futura Reina de Prusia, Isabel Luisa, y cuatro años después de su nacimiento, venían al mundo otras dos gemelas más, las Princesas María Ana y Sofía.

Faltaba todavía, Ludovica –madre de Sissi- para completar el juvenil elenco femenino de la corte de Maximiliano I. Napoleón, convertido en Emperador, había premiado el apoyo bávaro con el reconocimiento de Baviera como Reino, por lo que la joven Amalia era desde 1806, hija de un soberano en ejercicio.
Sin embargo, las tensiones derivadas de las guerras que se vivieron en Europa frente a Napoleón habían provocado un giro en la política de Baviera que les llevó a posicionarse al lado de los aliados a partir de 1813, a cambio del mantenimiento de su soberanía. Tras el Congreso de Viena, Baviera se mantenía como Reino y por parto, sus Princesas seguían siendo una pieza de valor en el nuevo puzzle del viejo continente.
En 1822 se acordó el matrimonio de Amalia con Juan de Sajonia, quién por entonces, tenía escasas posibilidades de ceñirse la corona de la dinastía por ocupar el tercer puesto en la línea de sucesión. Pero Sajonia era un territorio rico, con una prometedora riqueza industrial y pieza apetecible como el tercer estado en extensión de los que componían la “Confederación Germana”. La boda se celebró por poderes en Munich el 10 de noviembre y unos días después en la preciosa Dresde, capital de Sajonia y ciudad natal del culto y refinado Juan quien, lejos de aspiraciones regias, había pasado su juventud cultivando las lenguas y cultura clásica.

Amalia había heredado la belleza y el espíritu hogareño de su madre y el suyo fue un matrimonio armonioso, aunque marcado por los fallecimientos prematuros de la mayoría de sus hijos: de los nueve vástagos de la pareja sólo dos consiguieron llegar a la edad adulta. Aquello, aún en tiempos de alta mortalidad infantil, hizo a algunos sospechar de “fuerzas demoniacas” sobre la familia: los enfrentamientos entre protestantismo/catolicismo hacían aún estragos en una parte del mundo germano.
Durante todos esos años, Amalia jamás dejó de cartearse con su hermana quien, por matrimonio con Federico Guillermo IV, se había convertido en Reina de Prusia y veía desde su atalaya, el impacto que la “primavera de los pueblos” de 1848 estaba causando en el orden establecido.

En agosto de 1854 el destino alteró por completo la apacible vida de Amalia y Juan. La muerte sin descendencia de Federico Augusto de Sajonia (hermano de Juan) los convertía, de repente, en soberanos: comenzaba un mandato condicionado por los aires belicistas de Bismark. Sajonia se situó del lado austriaco en la Guerra Austro-Prusiana, pero como consecuencia de la derrota en la batalla de Koniggratz, Berlín asumió el control del sistema postal sajón, sus ferrocarriles y política exterior. En la guerra contra la Francia de Napoleón III de 1870, las tropas sajonas combatieron junto a las prusianas y en 1871 se integraron en el Imperio Alemán.
Juan de Sajonia falleció en 1873. Le sucedió su hijo Alberto. Amalia siguió viviendo en Dresde como reina viuda hasta su muerte en 1877. En España, la Gaceta dispuso “20 días de luto, mitad riguroso y mitad de alivio con motivo de la muerte de S.M” (Gaceta de Madrid, 23 noviembre 1877).
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